La niña del espejo

No siento este cuerpo como mío;
como si de un trasplante se tratara,
este me rechaza constantemente.

No me reconozco en mis letras
tampoco en mis fotos
ni en los ojos que antes me miraban.

No es que no sepa quién soy
es que a estas alturas siento ser nada;
la nada más absoluta.
Como ser absorbida por un agujero negro
en el limbo entre lo que me habría gustado ser
y lo que realmente soy.

Dime qué hago con esta sensación de no pertenencia;
mi sinceridad se consume como un cigarro
siento que me desvanezco.

¿Quién es esa niña tan asustada que el espejo refleja?
me escupe cristales,
sangran mis oídos cuando me grita que no soy suficiente.

Lloran mis poemas
¿lo harás tú cuando me vaya?
¿me traerás flores de plástico
y nuestros recuerdos rotos en pedazos?

El miedo toca a mi puerta,
entra sin previo aviso
y no es bienvenido.

Rompe todo lo que toca;
me rompe en pedazos,
pero pareces no darte cuenta.

Yo mientras ando cosiendo todos mis rotos
aún a riesgo de salir mal cosida
intento curar las heridas que faltan.

Acuno lo sueños que aún me quedan
les guardo sitio junto a la niña del espejo.

Ahora el sol ya entra por la ventana
y estoy haciendo una manta con mi culpa
para no volver a pasar frío.